El retrato fotográfico: 50% sujeto - 50% composición
Si bien para quienes están ajenos a la fotografía el retrato es sólo cuestión de centrar la toma en un sujeto y captarlo del modo más halagador posible, sabemos que si deseamos crear algo que sobresalga de lo corriente será necesario dar atención a un detalle fundamental: la composición.
Tal como ocurre dentro de los demás estilos de fotografía, la composición puede ser la diferencia entre una buena toma y una sin gracia. En el caso del retrato, esta deberá aportar un toque original que nos aleje de las tomas trilladas, pero sin opacar al sujeto.
En algunos ocasiones, algo que puede contribuir a ello es introducir una imagen de apoyo que complemente al retratado, aunque habrá que cuidar que no le reste fuerza. Para ello evitaremos objetos excesivamente grandes o llamativos.
Otro recurso que también brinda muy buenos resultados es la de dejar un espacio dónde mirar; esto puede lograrse colocando al retratado en un costado en lugar de en el centro, por ejemplo. Si el fondo tiene buen potencial, de ese modo lo aprovecharemos. Lo contrario de esto sería acercar tanto la toma que nada se vea del entorno. Si se hace adecuadamente, este tipo de toma también puede resultar muy interesante, aumentando así la expresividad del retrato. Obviamente, en estos casos podremos caer en lo trillado o no, dependiendo del fondo elegido y del sujeto mismo; pero de por sí dichos recursos nos permitirán abrir un poco el abanico de posibilidades y explorar diferentes opciones.
Variar el típico ángulo a la altura del retratado también puede aportar un toque fresco a la composición y salir un poco de lo corriente. Otro recurso similar que también puede funcionar es el de cambiar el típico encuadre vertical por uno horizontal.
El retrato es un género que sin dudas permite abrir la imaginación; y lejos de cerrarnos a una técnica, el buen manejo de estos y otros recursos nos permitirá lograr composiciones que favorezcan al sujeto y a la vez lleven nuestro sello personal.
